Néstor Kirchner, artífice decisivo…



Quisiera compartir unas líneas con ustedes, a propósito de un acto muy significativo del que tuve el honor de participar. Junto a Ernesto Samper, secretario general de Unasur, y Alicia Kirchner, hermana del expresidente argentino y actual ministra de Desarrollo Social de su país, develamos, el pasado 2 de octubre, el busto de Néstor Kirchner en la plaza Argentina de Quito.

Acompañados por una nutrida concurrencia, junto a representantes del cuerpo diplomático, dirigentes políticos, niñas y niños de escuela y público en general, recordamos su papel en la historia reciente de la Patria Grande y su legado.

Portador de ideales latinoamericanistas desde su juventud, formado políticamente en aquellos años ’70 de efervescencia juvenil en el peronismo, en un nacionalismo popular que unía al sueño bolivariano y sanmartiniano de la Patria Grande el sueño de la justicia social, Néstor Kirchner encontró en el comienzo de este siglo un tiempo histórico en el que resonaban los ecos de antiguas batallas; un tiempo histórico vibrante en el que, al igual que esos años agitados que había vivido de muy joven, se condensaban viejas aspiraciones y demandas populares.

Esos años iniciales, setentistas, de militancia juvenil fueron sepultados dramáticamente con el golpe militar de 1976 que instauró, con la complicidad civil, particularmente de los medios de comunicación dominantes, un terror que fue instrumento de la hegemonía neoliberal. Gran parte de las compañeras y compañeros de Néstor fueron desaparecidos, torturados, perseguidos o tuvieron que marchar al exilio.

Cuando la Argentina fue conducida por sus élites neoliberales al abismo de la peor crisis de su historia, apenas iniciado el nuevo siglo, el establishment político y económico comenzó a barajar nombres de potenciales “administradores” de la crisis y de la salida de la crisis. El desprestigio de la clase política era tan enorme que la tarea no resultaba fácil.

Sus expectativas fracasaron. Las élites no lograron imponer un “gerente” de la crisis y, en su lugar, tuvieron que vérselas ante un político audaz, decidido a enfrentarse a las corporaciones y a los poderes económicos; ante un hombre dispuesto a recuperar el rol de la política y de la acción colectiva en la definición del rumbo de la sociedad.

El hombre que asume la presidencia de ese país diezmado, hambreado, con millones de personas excluídas, es un hombre decidido a reivindidar a la política frente a las corporaciones como la instancia decisiva donde se juegan democráticamente los intereses colectivos de una sociedad. En ese punto de clivaje, se encontraron el hombre y la historia.

Kirchner creía firmemente en la política, en la capacidad de definir nuestros destinos como pueblos y como naciones por medio de la acción política. Como su primer secretario general, le imprimió a Unasur un dinamismo particular.

Las ecuatorianas y ecuatorianos lo recordamos con pro

funda gratitud y cariño por su papel decisivo en el respaldo regional a nuestra democracia con ocasión del 30-S, cuando demostró, una vez más, su condición de arquitecto de la Patria Grande.

Casi un mes después de esa invervención, Néstor moría en su querida Patagonia austral, dejándonos prematuramente. Vaya nuestro reconocimiento a quien, con su determinación característica, activó todo el respaldo de la Unasur a las instituciones democráticas ecuatorianas. ¡Nigún interés por encima del voto popular! ¡Una integración verdaderamente democrática, de los pueblos! Ese es su legado, el legado que tenemos que continuar y cultivar.