Inauguración de la Feria Internacional del Libro, Quito 2016
Queridas y queridos compañeros,
Es un verdadero honor estar presente en la inauguración de este espacio de encuentro para la cultura, para las letras del Ecuador, de América Latina y -¿por qué no decirlo?- un espacio para el encuentro de la cultura del mundo.
Es que la Feria del Libro de Quito se ha convertido, en los últimos años, en uno de los espacios más importantes para la promoción de nuestra literatura, para el debate, para la discusión en torno a los temas relacionados a la cultura.
En este año tendremos a 15 autores que vienen de países como Perú, Turquía, Francia, Chile, España, Cuba, lo que muestra el crecimiento que ha tenido la Feria del Libro de Quito en su novena edición.
Hace un año, el presidente Rafael Correa nos decía, en la inauguración de este evento, que esa sería la última Feria del Libro sin una Ley de Cultura y esto se ha cumplido: el día de ayer, en la Asamblea Nacional, aprobamos esta normativa y con ella completamos el mandato constitucional dado en 2008 en Montecristi.
Además, merece la pena destacarse -y ¿cómo no hacerlo?- que este año tenemos como país invitado de honor a Cuba, una nación que ha sido referente en materia de cultura para toda América Latina, y que ha sabido compartir la palabra, su arte, sus historias, su música, por todo el continente.
Cómo no tener presentes a grandes escritores como José Martí, Alejo Carpentier, Nicolás Guillén, Leonardo Padura, entre otros, que han sido verdaderos referentes de la literatura latinoamericana.
Es que para los latinoamericanos, Cuba es muchas cosas.
Cuba es salud para miles de latinoamericanos de escasos recursos, médicos, operaciones humanitarias, apoyo en campañas como Manuela Espejo, que le devolvió la dignidad a nuestros compatriotas con discapacidad. Cuba es educación, Cuba es cultura, Cuba es militancia por el hombre y la mujer nuevos, pero para mí, así como para millones de lectores, Cuba es libros, ciencia, conocimiento, poesía y arte al alcance de todos.
Los libros cubanos nos llegaban como ráfagas de nueva humanidad, como emblemas de hermandad latinoamericana y, sobre todo, con el signo de la solidaridad de la isla grande, que ni siquiera el criminal bloqueo consiguió impedir.
Para nuestros países es muy importante acrecentar los vínculos, especialmente en la esfera del pensamiento, la cultura y las artes, los maravillosos terrenos de lo intangible, donde de manera cierta se elabora el imaginario común, la visión de los pueblos latinoamericanos sobre su futuro, para soñar y hacer realidad los sueños colectivos, la utopía posible que nosotros en Ecuador identificamos como Sumak Kawsay, Buen Vivir, vivir sin opulencia, pero con las necesidades satisfechas, cuidando de la naturaleza, con alegría, con libros, con arte, con trabajo y con cultura.
Nuestra América Latina estuvo sumida por demasiadas décadas bajo el dominio neoliberal que imponía las políticas del norte y que nos colocaba en un eterno subdesarrollo, siempre a la zaga, tanto en materia económica como en el respeto de los derechos fundamentales, pues los recursos se entregaban a manos llenas a corporaciones del norte, mientras nuestros pueblos no tenían ni salud, ni educación, ni esperanza de salir de la pobreza. Y en este escenario, Cuba ha sido una luz de conciencia, un fulgor de militancia humanista que nos animaba a seguir siempre por la ruta de los pueblos, hacia un futuro posible de amor y bienestar, en el que Latinoamérica se levantara solidaria, unida y libre, para construir un destino soberano y libre de pobreza.
Nuestra fuerza viene de la unidad. Vamos a compartir conocimientos, a consolidar nuestras soberanías y a profundizar nuestras cercanías.
Y nada nos acerca más que los libros, los queridos libros, los tiernos, feroces y sublimes libros… de ciencia, de literatura, de economía, de historia, que guardan en sus páginas voces que nos invitan a soñar, a ser creativos, a ser auténticos, a ser siempre y cada día mejores seres humanos y mejores latinoamericanos.
Como decía el gran Martí: “La única fuerza y la única verdad que hay en esta vida es el amor. El patriotismo no es más que amor, la amistad no es más que amor”. Y esa es la esencia de los libros, el amor, con el encuentro apasionado de lectores que intercambian tomos, con la ternura del libro infantil que despierta fantasías luminosas, con la amistad que se refuerza y consolida con los libros, porque cada libro es una rosa blanca.
Estoy segura que hemos aprendido mucho de Cuba, de su cultura, y para Ecuador es un honor tener a este país, a sus escritores, a su literatura, como invitados en nuestra Feria del Libro.
Como les decía al inicio de mi intervención, esta es la primera feria del libro con una ley de Cultura aprobada, y nosotros, desde la Asamblea Nacional, impulsamos un análisis profundo para lograr una ley que esté a la altura de las necesidades del país, que incorpore voces colectivas y que garantice la libertad creativa como principio inalienable. Por eso, además de la Consulta Prelegislativa, propiciamos diálogos abiertos con amplios sectores, que incluyen la Casa de la Cultura Ecuatoriana “Benjamín Carrión” y el Ministerio de Cultura, para poder construir un Sistema Nacional de Cultura que se maneje con fluidez y complementariedad.
La Ley aprobada reconoce al trabajo cultural, patrimonial y artístico como trabajos productivos que aportan a la vida y la economía del país, y establece derechos laborales y de seguridad social para los trabajadores del sector, en respuesta a una demanda legítima e histórica de nuestros artistas.
Asume, además, los deberes del Estado para garantizar los derechos culturales de la ciudadanía, con un sistema de formación en artes y cultura que se aplica desde la infancia, para impulsar la creatividad de nuestras niñas y niños, cultivando el arte desde la raíz.
Y, siendo que estamos en la inauguración de la Feria del Libro, no podemos olvidarnos del fomento del libro y la lectura, que son temas centrales en la ley, así como lo son también la narrativa y la oralidad tan propia de nuestras culturas, con pleno reconocimiento de los saberes ancestrales, las expresiones culturales propias de comunidades, comunas y pueblos, y la práctica de la interculturalidad que nos define como un solo país, enriquecido con todas sus diversidades.
Quiero invitar a todos, no solo a quienes están presentes en este acto de inauguración, sino a todas las ecuatorianas y los ecuatorianos a vivir esta fiesta de la cultura, a disfrutar con alegría y entusiasmo de esta 9a Feria Internacional del Libro de Quito 2016.
Muchas gracias.